lunes, marzo 30, 2009

Escapando de la enfermedad.

*Niña de madre enferma en el dispensario médico de la misión salesiana. Foto A.Mora.
El Gobierno etíope facilitó a la población la administración gratuita de medicación para el VIH, la malaria, la tuberculosis y los casos de lepra que aún siguen en el país. La presión mediática y los datos abrumadores de la mortalidad infantil: 99,5 por 1.000 nacidos vivos, prevalencia de la tuberculosis 533 por 100.000 habitantes en una población donde un 78% no tienen acceso a agua potable y la terribles estadísticas del VIH en Etiopía hizo posible esta medida. Pero para todo lo demás la sanidad es un bien inalcanzable para la mayoría de la población.

El dispensario médico de la misión está rodeado de árboles con millones de pájaros de colores. Vienen anidar y muchos se quedan aquí por las excelentes condiciones de agua y vegetación. Cuando llegamos, allí estaban Sister Inés y Mamy la enfermera. Es un lugar pequeño, luminoso y aireado que consta de dos pequeños armarios de medicinas. Una camilla, una pequeña habitación con un fregadero y otro armario con leche en polvo y galletas especiales.
Observé que Sister Inés no se sentaba detrás de la mesa, como lo haría cualquier médico. Se colocaba en una silla donde se sentaría el paciente, frente a éste. Y el lugar del “médico” se quedaba vacío hasta que algún voluntario o nosotros mismos registrábamos el nombre del enfermo, patología, peso, etc.

La gente iba viniendo en silencio, en un riguroso orden de llegada. Son personas con un semblante serio en sus rostros. También vienen caminando kilómetros para poder paliar su sufrimiento que se presenta de diferentes y muy variados modos. Etiopía es un país dónde el número de médicos es escaso: 3 por 1.000 habitantes.
El primer caso que vimos fue un menor de unos 11 años que presentaba un vendaje en el tobillo. Supe que era un vendaje porque Mamy comenzó a quitárselo. En un principio parecía una suerte de harapos negruzcos que rodeaban la pierna. Estaba lleno tan lleno de suciedad que apenas se vislumbraba lo que contenía debajo de la tela.
Al final pudimos ver lo que presentaba. Era una úlcera de Kaposi, o más conocido como sarcoma de Kaposi, un cáncer que se origina en los vasos sanguíneos, generalmente de la piel. Esta enfermedad es muy característica de los niños y los varones jóvenes del África, así como de los enfermos del Sida. El niño apretaba fuertemente los dientes cuando Mamy limpiaba la úlcera que estaba en sangre viva. Nos dicen que la falta de agua y la escasa educación en higiene, las heridas tardan meses en cicatrizar.

Pero la falta de agua para beber también repercute en la hipertensión de los etíopes. Hace unos meses vinieron médicos del Hospital madrileño Ramón y Cajal y llegaron a la conclusión que los altos índices de hipertensión era debido a lo poco que la población bebe agua.
Y si a esto lo acompañas con que la gente llega a ingerir agua de color verde que suele ser lo más habitual, acuden al dispensario con problemas de amebas que son bacterias que viven en aguas contaminadas.

Yo que siempre he trabajado en un hospital, puedo afirmar que los centros sanitarios son el reflejo de la sociedad en que vivimos. De sus dolencias, de sus problemas, de la forma en que la gente se enfrenta a su enfermedad. Y aquí, en un pequeño dispensario médico, maravilloso por la cantidad de disponibilidad de medicamentos, pude comprobar que la gente que acudía era un vivo reflejo de los graves problemas sanitarios del país.
Malaria, tuberculosis, Sida, neumonías, parasitosis, infecciones gástricas, bucales….un crisol de enfermedades donde las personas que acudían se enfrentaba a ellas con total normalidad y aceptación. Sin revelación, sumisamente.
*Sister Inés en el dispensario con una paciente. Foto A.Mora.
Mientras que apuntábamos en un registro los casos del día, vino una chica jovencísima. Se sentó enfrente a Sister Inés y señaló su cuello. Inmediatamente ella supo de qué se trataba. Era una infección de hongos. Me maravilló como cogió una pomada mientras con la otra mano se apoyaba en el bastón. Tranquilizando a la muchacha, le distribuyó la crema en el cuello y muy delicadamente la extendió. Con palabras dulces en amárico y siempre con una sonrisa en su rostro.

Al igual que con todos los pacientes el trato era de una humanidad que conmovía. Con sumo respeto, administraba antibióticos, vitaminas a embarazadas, a enfermas de Sida, medicación para la epilepsia a un niño de ocho años, atendía las fracturas y aconsejaba hábitos de higiene, comportamiento…calmaba el alma de esta pobre gente. De ahí el tremendo respeto de los enfermos que llegaban al dispensario. Saludaban a Sister Inés cogiendo sus manos y ella siempre les invitaba a sentarse frente a ella, tranquilamente, sin prisas.

Qué diferencia de algunos médicos que te atienden con menos de cinco minutos, sin apenas mirarte a los ojos. Y siempre tienes esa sensación de que estás molestando al facultativo.

Supe que este pequeño dispensario era un enorme hospital que atendía eficazmente a una gran parte de la población de Zway. Todas las medicinas que se administran aquí son gratuitas. Es sumamente impresionante la labor sanitaria de la misión. ¿Qué sería de esta gente tan pobre, tan escasa de lo más básico, sin un lugar que palie la situación sanitaria tan precaria y a la vez tan cara en este país?. Qué sería de estas mujeres, de los hombres y los niños que sólo se alimentan de judías y grano durante meses? ¿Acaso escaparían de la enfermedad como hasta ahora? Pasarían a englobar cientos de frías estadísticas. Sin nombre, sin identidad.

Ante estos pensamientos, vino una mujer. Sister Inés ya la conocía. Acude tres veces por semana para administrarle penicilina pinchada intramuscular. Nos comentan que es una mujer extremadamente pobre, con seis hijos que tiene que alimentar y con un marido que padece Sida. Ella ahora sufre de gonorrea.
Se prepara para su pinchazo y la administración es tremendamente dolorosa. Se aferra a la pared y con un gesto de dolor se incorpora después.
Sale de la sala cojeando después de despedirse de todos los que estábamos allí. Su vestido está roto por mil sitios. Remendado por otros tantos rincones con una tela que no es la originaria. La veo alejarse, cada vez más entera, cada vez cojeando menos y al final de dónde puede alcanzar mi vista puedo observar que está caminando recta y con la cabeza alta.

Le pregunto a Sister Inés sobre su marido.
- El marido vino dos veces aquí y ya no regresó jamás.

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Más: Datos Etiopía:
Poblacion: 77.431 hab.
· Esperanza de vida: 47,6 años
· Población urbana: 15,9%
· PIB por habitante: 823 $/año
· Deuda externa total: 6.574 $
· Indice de Desarrollo Humano: 0,367
· Analfabetismo hombres: 50,8%
· Analfabetismo mujeres: 66,2%
· Pob. sin acceso agua ptble.: 78%
· Nº medicos: 3 por 1.000 hab.
· Mortalidad infantil: 99,5 por 1.000 nacidos vivos
· Casos de malnutrición aguda en menores de 5 años: 47%
· Prevalencia tuberculosis: 533 por 100.000 hab.

Fuente:
Informe sobre desarrollo humano 2007/2008 (ONU) y El Estado del Mundo - Anuario económico geopolítico mundial 2008.
*Hoy 25 millones de personas en el mundo han fallecido a causa del VIH/SIDA, y 12 millones de niños son hoy huérfanos a causa de esta enfermedad. 22 millones de VIH positivos en África.

viernes, marzo 27, 2009

Quinientas calorías.

Existen unos brazaletes que se llaman 'MUAC', medida del perímetro braquial (Mid-Upper Arm Circumference) son el instrumento que emplea el personal sanitario para realizar un diagnóstico rápido de la desnutrición en niños menores de cinco años. Este brazalete está graduado y tiene cuatro franjas de color.
Nos comentan que cada color indica un nivel de nutrición: Verde: estado normal. Perímetro de más de 135 mm. Amarillo: riesgo de desnutrición. Perímetro de 125 a 134 mm. Naranja: desnutrición moderada. Perímetro de 110 a 124 mm. Rojo: desnutrición severa y peligro de muerte. Perímetro inferior a 110 mm.

*Foto campaña de Médicos sin Fronteras frente a la desnutrición infantil.

Las imágenes de niños hambrientos al igual que escenas de guerras y muertos entre escombros ya forman parte de la conciencia pública. Somos meros espectadores, sin ninguna implicación. Y aquí entre todas estas mujeres que demuestran tener una fortaleza de hierro observas que todos estos niños y niñas enfermos del hambre lo hacen verdaderamente en el más pleno silencio. Sin ruido, muy alejados del resto de este otro mundo que tenemos.


Las madres sacan sus secos pechos a sus hijos de más de tres años, es el único recurso que tienen. Pero no solo la desnutrición causa estragos. Ésta también suele estar acompañada por Sida y malaria. Ante estos casos extremos suelen administrar urgentemente suero glucosado y antibiótico.
*Niño con leche especial. Foto A.Mora.


Y una de las soluciones ante esta lacra tiene un nombre: Plumpy nut es un alimento terapéutico que está ayudando a mitigar los efectos de crisis alimentarias. Es un tratamiento revolucionario que permite revertir un estado de desnutrición severa en poco tiempo a un pequeño coste: se trata de los alimentos RUFT.

El RUTF es una pasta producida a base de leche en polvo, cacahuete, aceite, azúcar, macronutrientes y micronutrientes basados en las necesidades del niño desnutrido agudo severo. Estos productos pueden adaptarse a los hábitos alimentarios de la población (a base de cacahuetes, pescado, etc.). Se presenta en envases individuales de 92 gramos, con un aporte energético de 500 calorías cada sobre.
Con el RUTF se consigue tratar a 10 veces más niños que con los tratamientos anteriores. La gran mayoría de los niños desnutridos puede seguir el tratamiento desde casa en lugar de tener que ingresar en el hospital. Esto permite que el programa llegue a más niños, al tiempo que se minimiza el riesgo de que contraigan una infección en el hospital.
Un tratamiento adaptado a las necesidades de los niños de entre 6 meses y 5 años. Fácil de usar en entornos con recursos limitados. No contienen agua, lo que les hace resistentes a la contaminación bacteriana. No requiere preparación previa. Se reparte en sobres individuales envasados al vacío, listos para comer. Tienen una larga caducidad. Resultan fáciles de utilizar y transportar en climas cálidos

92 gramos de esperanza, Michel Lescanne, es el fundador de la empresa agroalimentaria Nutriset, y es el creador de esta pasta alimenticia para luchar contra la malnutrición que sólo distribuyen las organizaciones humanitarias. Un conjunto salvador, ya que con un consumo de tres sobres al día durante algunas semanas los niños quedan a salvo de la desnutrición.
Hablando con las Sisters sobre esta galleta de quinientas calorías estaban sumamente interesadas en aplicarlo en el programa. Y más cuando una sucursal de la empresa está ya instalada en la capital de Etiopía. *Mujer e hijo dentro del programa de nutrición de la misión. Foto A.Mora.

Tengo la esperanza que algún día escribamos otra forma humanitaria de administrar los recursos y como se repite una y otra vez, tenemos que lograr que gobernantes y grandes empresas dejen de mirar hacia otro lado. Este hambre arraigada desde décadas tiene cura.
Cuando le pido permiso para realizar una fotografía ella, sonríe. Y esa expresión tan increíblemente sencilla nos une. A través de culturas diferentes, idiomas, kilómetros, formas de comportarnos. Y esa unión es proporcional a lo que debería unir el dolor y las injusticias.
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Más: Cada año mueren más de 5 millones de niños por desnutrición aguda severa. Una enfermedad que ahora podemos combatir gracias a un tratamiento muy sencillo. Pero esto no todo el mundo lo sabe. Por eso queremos hacer una película que denuncie esta realidad. Y vamos a pedir a Al Gore que la protagonice y utilice todo su poder mediático para convertir el fin de la desnutrición infantil en una prioridad mundial.
Si tú también crees que el fin del hambre es posible, entra en
pideselo a algore y deja tu firma.
El fin de la desnutrición aguda infantil es posible.


miércoles, marzo 25, 2009

Hambre.

*Niño desnutrido en la balanza de peso del programa de nutrición de la misión salesiana. Foto, A.Mora.

Si tuviese que describir en una sola palabra este país Etiopía, diría hambre. Una sola y única palabra. Aún resuena en mi mente el principal objetivo del milenio marcado por la ONU. Erradicar la pobreza extrema y el hambre. Reducir a la mitad, entre 1990 y 2015 la proporción de personas que sufren hambre y las personas cuyos ingresos son inferiores a un dólar diario.
Más de 840 millones de personas en el mundo están desnutridas. Anualmente mueren seis millones de niños menores de cinco años como consecuencia de la desnutrición. Estos datos son más que conocidos por los integrantes de ONU, los mismos que propusieron unos objetivos que antes de que saliesen publicados ya estaban condenados a no cumplirse.

Aún retumba en mi cabeza más si cabe que antes al contemplar cómo mujeres con mirada cansada con sus niños a cuestas en la espalda por un ajado trapo se acercaban a una sala que está justo a las puertas de la Misión. Vienen al programa de nutrición de las Salesianas. Único en la zona. * Mujeres recorren más de 10 kilómetros para alimentar a su bebé y así mismas. Foto A.Mora.
Llegan caminando desde lejanos poblados. Con ropas llenas de polvo y arena. Con capas superpuestas de suciedad a falta de agua debido a la incesante sequía. Me admira la capacidad de supervivencia de estas mujeres. Aquí el hombre es el que come primero y la mujer y los niños comen después y sólo cuando ha quedado algo de comida. El no comer es lo normal para la mayoría de los niños. El ir a dormir sin tomar ni un trozo de pan es común.

El hambre normalizada. Qué violencia y qué acto de injusticia se comete diariamente en los países más desfavorecidos. Qué indecencia y qué inmoralidad que niños mueran por no tener nada con qué alimentarse.
*Niño bebiendo leche especial para desnutridos. Foto A.Mora.

Ya lo dijo Médicos Sin Fronteras respecto a la desnutrición infantil: ésta no recibe suficiente atención internacional. A pesar de su decisivo impacto en la mortalidad infantil y en la salud a largo plazo, el tratamiento y la prevención de la desnutrición no han sido cuestiones lo bastante prioritarias en la planificación y los programas de salud pública internacionales y nacionales. Pero sin embargo y suena irónico, en cualquier sitio de Etiopía puedes encontrar una botella de Pepsi antes que un trozo de pan para un famélico niño.

Aquí el hambre es crónica. La misión está dando respuesta a unos 100 niños que llegan en un estado considerable de malnutrición. En el programa de nutrición de las sisters donde se trata tanto a la madre como al hijo, se consigue que los niños (en su mayoría llegados por debajo del 70% del peso normal) alcanzan un porcentaje normal y se les incorpora al Suplementary Feeding (reciben 10 kg. de faffa (una especie de pasta multiproteínica administrada cada 15 días) para evitar una recaída del niño.

Lo primero que hay que hacer es pesar al menor. Son pequeños que se levantan con una mano. Pesan tan poco que parecen que pueden volar. Tienen la piel seca, cuarteada, sobrante, esperando ser nutrida y a muchos les cuesta llorar. Apenas tienen fuerza.

Saludo a las madres, tocando sus manos. Están también resecas, como lijas y a pesar de todo el sufrimiento que llevan en sus almas, sonríen. Reconocen que tienen suerte, están dentro de un programa de nutrición y esto es aquí en Zway, una verdadera excepción en medio de la desolación. La misión es verdaderamente un paraíso para ellas y los niños y niñas pueden al menos, comer más de una vez al día.

Mamy, enfermera de la misión me recibe amablemente. Una mujer trabajadora y cariñosa con todas las mujeres que participan en el programa de nutrición. Lleva un exhaustivo registro de todos los niños. Peso, talla, nombre, tipo de alimentación. Junto a ella está Sister Inés, una mujer de 73 años. Se apoya en un bastón y así caminando poco a poco realiza una actividad de lo más dinámica y eficaz.
Le saludamos con dos besos, la noche anterior nos esperó hasta que llegamos a la misión y hablamos muy poco porque pronto se fue a descansar. Nos entendemos medio en español y medio en italiano. Le damos todas las medicinas que pudimos transportar en nuestras maletas y no hacía más que agradecérnoslo. Para mí eran pocas pero aquí es todo un mundo.

Mamy nos habla de alguno de los bebés. Pregunto por un niño pequeño, de apenas cinco kilos y medio y me dicen que tiene más de un año. No puedo evitar emocionarme por la dureza de contemplar sus pequeñas y delgadas piernas. Cómo se aferra desesperadamente a ese pequeño trozo de pan...., y salgo por un momento de la sala para poder tomar aire.
Continuará....

lunes, marzo 23, 2009

De camino a la Misión.

La carretera que cogimos es la principal que lleva directamente a Kenia. Fue construida por Dragados, empresa española pero las condiciones de conservación le corresponde el gobierno etíope.

Y por eso está la carretera llena de agujeros, cubierta de piedras, en algunos tramos lamentable y en otros está cortada y hay que bordearla en camino de tierra.



Todo esto sin luz, sólo la que nos acompañaba: una luna maravillosa, plena, que reflejaba con su luz un pequeño lago donde se suele pescar perca y otros peces locales. También nos comentan que habita el Candirú que es un parásito, principalmente de otros peces y que se siente atraído por la orina, y si alguien se introduce en el lago para bañarse y está desnudo puede introducirse por alguno de sus orificios e instalarse en su interior, por ejemplo la uretra.

*Foto niña de Zway.


Observando lo poco que se podía distinguir en esta interminable carretera, veía como pequeños grupos de personas e incluso solas, caminaban en lo más profundo de la noche. Sin apenas luz iban andando de un poblado a otro. Parece increíble cómo consiguen caminar en medio de la noche y sin perderse.

Nos dirigimos a Zway que es una ciudad a 163 km. al sur de Addis Abeba. Una ciudad nacida por voluntad del dictador Mengistu Haile Mariam debido a su situación estratégica de paso entre Addis y el sur del país. Una ciudad que ha multiplicado increíblemente su población en los últimos años pero que, al mismo tiempo, carece de cualquier infraestructura sanitaria y escolar. Una ciudad nacida por una decisión política hace apenas 15 años en un área semidesértica y siempre sometida a la alarma del hambre.
Zway actualmente, cuenta con unos 60.000 habitantes y que, extiende su población en el geter (el interior) llegando a unas 120.000 personas. Esta situación de extrema pobreza y de falta de lo imprescindible para sobrevivir hace que enfermedades como la tuberculosis, el sarampión, o una simple malaria sean mortales para los más pequeños.

Nos dirigimos a la Misión de las Sisters como comúnmente se les llama aquí. Hermanas salesianas que por lo poco que se de ellas están haciendo un gran trabajo en una de las zonas más pobres de Etiopía. Estoy impaciente por conocer su labor y vivir cada minuto todos sus programas: educación, nutrición, sanitario, la gestión del agua, la promoción de los poblados y cómo no llevar nuestros lápices a tres poblados alejados del mundo.

Cuando llegamos con nuestro primer cargamento de material escolar a la Misión ya era muy tarde. Nos abrieron unas enormes puertas y al entrar notamos la frescura de los árboles y escuchamos miles de grillos y algunos pájaros nocturnos. Allí estaban Sister Elisa, Sister Jo y Sister Inés. Todas con una sonrisa.

miércoles, marzo 18, 2009

Ni para ti ni para mi.

Nos encontramos con la responsable del orfanato, Mar y Paco, trabajador de la ONG Amigos de Silva que lleva un proyecto al norte de Etiopía, zona Afar y que consiste en construir pozos y potabilizar el agua. Además están rehabilitando un hospital. Un trabajo increíblemente necesario en Etiopía.
Lo primero que hicimos fue cambiar el dinero en moneda local. Para haceros una idea un euro equivale a 14 birr. Y el sueldo medio de un trabajador ronda los 28 euros al mes.

De camino al cambio de los euros en esta ciudad paupérrima pude ponerme en situación de todo lo que nos rodeaba. No he visto tanta gente pidiendo limosna en la calle.
No existe censo oficial en la ciudad, se calcula que hay entre cinco y ocho millones de personas. Cientos de personas pide por la calle.

Se contratan ciegos, niños, tullidos. Van vestidos con harapos, los discapacitados se arrastran por el suelo, los bebés lloran arrastrando con sus lágrimas la mugre que rodea sus caras. Van cogidos por mujeres que aparentan ochenta años pero no llegan a cuarenta. Nos dicen que los precios de los productos básicos en menos de tres años han subido de forma espectacular. Lo que antes costaba 300 a 350 birr ahora está a 1200 birr. ¿Cómo es posible que una familia media que suele tener de cuatro a cinco hijos se puedan alimentar?. Las calles son un caos, no hay algún orden vial, sólo la lógica local impera.

El escenario dantesco se transforma. A lo lejos vemos el hotel de lujo Sheraton, y cerca otro, el Hilton. Aparecen como un insulto en medio de la miseria. Son edificios altos, de construcción lujosa, exclusiva.

Hoteles dónde se puede contemplar alguna mujer etiope con algo más de sesenta kilos y productos para turistas. Cambiamos el dinero y eso significó llevar fajos y fajos de billetes, con un olor muy fuerte, muy característico y que según se dice, Etiopía huele a ese mismo papel manoseado, viejo.
Lo primero que hicimos fue ir a una librería para comprar libros que formarán parte de la biblioteca del orfanato de Meki y lo necesario para cubrir tres escuelas de tres poblados rurales en la zona de Zway, al sur del país y dónde existe más pobreza. En estas escuelas hay 450 alumnos en total y en el orfanato hay 31 niños, de los que nueve son bebés.

Elegimos libros de todo tipo: cuentos en amárico, oromo que es dialecto y suele utilizarse en zonas rurales y en inglés. De matemáticas, aprendizaje en inglés, diccionarios, cuatro ejemplares para los dispensarios de un libro bastante interesante llamado “Dónde no hay doctor”. Ambientado a los usos y costumbres de Etiopía y es una guía de primeros auxilios y supervivencia en lugares remotos donde un médico es casi una ilusión. Mapas mundi políticos, visuales de anatomía, alfabetos en inglés y amárico. *Foto compra de los libros.

En total compramos 1050 libros en amárico, 42 libros de inglés y 21 libros en oromo en total a repartir para las tres escuelas. Y para el orfanato 128 libros que ampliaríamos en los siguientes días. También tarjetas educativas en inglés para los colores, números y letras. Para esta compra estuvimos en la librería alrededor de cinco horas.

Los dependientes contaron tres veces todos los libros. Primero al sacarlos del almacén. Segundo al meter todos los libros en las cajas y después lo comprobaban al pagar. Todo este proceso nos dejó un poco impresionados. Nos repetían una y otra vez que esto es África, que no hay problema, las cosas con tranquilidad….y que todo se hace así aquí.
Fuimos a comer lo típico del país: Enjera y Shiro. Comida que nos recordó un poco a un puré con sabor a ¡callos con garbanzos!. Y después más compras.

Encontrar en Etiopía las tiendas cerca una de otra es algo complicado. Se hacía de noche y no encontrábamos la fábrica de papel para encargar cuadernos. Al final nos acercamos a una tienda de papelería con los precios algo más caros pero razonables. Y para que fuera razonable Paco, con un inglés perfecto repetía una y otra vez:-“Ni para ti ni para mí” las ceras a 3,75 birr y así con todas las cosas. Al final todos contentos. *Foto, Paco contando los bir a toda velocidad.

Encargamos mucho material para dos días siguientes ya que en esos momentos era imposible comprar todo lo que queríamos, entre ellos: 1000 cuadernos, 450 paquetes de ceras, dos cajas enormes de tizas, 2000 bolígrafos, tres estanterías para las escuelas....y una enorme pizarra para el orfanato!!. El problema de la pizarra es que nos enseñaron una que estaba rayada y no la queríamos. Sólo esperábamos que el día acordado fueran formales y la pizarra nueva estuviese a nuestra disposición.

Antes de que el chico se fuera con la pizarra mala Paco le hizo una señal para que no nos dieran el cambiazo. Muy hábil con las palabras, contando el dinero de forma espectacular y para todo esto de “ni para ti ni para mí” le había costado un año de práctica en Etiopía y mucha paciencia. *Foto, parte de la compra que comenzamos a cargar en el coche.

Por fin, después de todo el día de compras nos dirigimos a Zway, que está a 163 kilómetros y ya se hacía de noche. Eran las siete de la tarde. Nos esperaba un largo camino de tres horas por una carretera atestada de camiones, baches y un sin fin de accidentes por las penosas e inexistentes condiciones de rehabilitación por la única carretera que se dirige a Kenia y todo esto en la más profunda oscuridad de África.

-¿Cuándo llegaremos a la Misión?- preguntábamos al aire. - Sobre las 10 o 10,30 de la noche. - O a las 12, cómo nos encontremos la carretera cortada (que todo puede pasar aquí)- Nos contestaba Paco.

- Bueno, ni para ti ni para mí…vamos a pensar a las…ummm 10:20!.

jueves, marzo 12, 2009

Lápices para la Paz llega a Etiopía

El viaje hacia Etiopía se hizo más interminable aún cuando nuestro avión hizo una parada técnica inesperada en Sudán. Desde el cielo pudimos contemplar un vasto paisaje desolado. Kilómetros de casas de adobe bañadas por una tormenta de arena. Un enorme erial similar a las fotos que he podido contemplar de Kabul, Afganistán.

Después de dos largas horas en Sudán despegamos hacia Etiopía y a nuestra llegada pudimos contemplar con alegría que todas las medicinas, papillas de alimentación de bebés y leche en polvo estaban a salvo.

Nos esperaban Patricia y Silvia dos amigas de Lápices en el aeropuerto de Addis Ababa. Ya era de noche en la ciudad pues en Etiopía hay que contar dos horas más a la hora de Madrid. Nos fuimos a dormir muy cansado ya que al día siguiente teníamos que comenzar a comprar el material escolar en la capital.
Para esto, nuestro encuentro sería mañana, con Mar que lleva el orfanato en Meki y con Paco, un colaborador de la ONG Amigos de Silva.
Las comunicaciones aquí son malísimas y escasas. Es un verdadero logro poder beber agua potable y además comer entonces las conexiones de Internet es un verdadero lujo.
Ahora nos encontramos en Zway, junto con unas mujeres increíbles y éstas son las hermanas Salesianas que más adelante os relataré cómo en silencio y con trabajo están haciendo una revolución silenciosa en la comunidad.

Pronto os contaré la compra de parte del material escolar en Addis Ababa que fue una verdadera aventura pues hay escasez de tiendas y los precios son altos en determinados productos. Eso sin contar con alimentos básicos. Por poner un ejemplo, la leche en polvo de 450 para bebés cuesta 8 euros.

La crisis llega a todos los rincones del mundo. Pero en este mundo donde nos encontramos camina en la delgada línea de vivir o morir.

lunes, marzo 09, 2009

Nuestras manos, vosotros y lápices: ¡Despegamos!

Como ya sabéis, Lápices para la Paz se embarca de nuevo en su próximo destino y este es Etiopía, un país asolado por el hambre, la sequía y donde el analfabetismo ronda en mujeres el 66,2% y en hombres el 50,8%.

En concreto nos dirigimos a un colegio que se encuentra al sur del país y es una misión gestionadas por hermanas salesianas que se centran en la infancia más desfavorecida, que creen al igual que nosotros, en que todos necesitamos tener una oportunidad a pesar de la pobreza y la desigualdad social.

Ante todo quiero dar las gracias a todos vosotros que habéis contribuido con vuestra aportaciones económicas, con la compra y el diseño de nuestras preciosas camisetas, por las fotografías en la exposición de Palestina y Campamentos de Refugiados Saharauis, por realizar carteles y mejorar el aspecto del portal en Internet, por difundir el proyecto por la red, y/o los que dedicasteis vuestro tiempo acudiendo al acto solidario de RivasVaciamadrid que tan bien nos lo pasamos en los conciertos de música rock.

*Foto, niña etíope. HZin.
Nuestro viaje es inminente y hemos trabajado muchísimo para llevar todos los fondos posibles dedicados exclusivamente a material escolar. Como sabéis, Lápices para la Paz es un proyecto freelance, de acción directa y no tenemos subvenciones del Estado. Pero este tremendo esfuerzo nos aporta satisfacción porque realmente nos demuestra que otro mundo es posible, con trabajo y dedicación por lo que tenemos la convección de lo que es justo.

Aportaremos nuestro y vuestro pequeño grano de arena a cubrir las necesidades de tres escuelas y tenemos previsto además comprar mesas y sillas y crear una pequeña biblioteca en un orfanato en Meki,un poblado de Etiopía.

De nuevo os doy las gracias a todos vosotros que siempre habéis creído en Lápices para la Paz y sobretodo aquellos que votasteis por este blog en los premios del periódico 20minutos y que gracias al premio otorgado será donado íntegramente a los niños y niñas etíopes. Os mantendremos informados en el blog porque se intentará actualizar desde el país como ha sido habitual.

¡Despegamos!

domingo, marzo 08, 2009

8 de marzo. Ser mujer en Etiopía.

Una mujer de la tribu Mursi, conocidos como la "gente de la mañana", escucha a los ancianos durante una reunión sobre las elecciones de mañana en el Parque Nacional de Mago, a 550 kilómetros de Addis Abeba. Los Mursi, de los que sólo quedan unas 5.000 personas viviendo según las antiguas tradiciones, se adornan de forma elaborada, con turbantes, adornos tallados en los labios y cicatrices en forma de luna en los brazos de muchos de los hombres. Stephen Morrison/EFE
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¿Es posible concebir la violencia de género desde el primer momento del nacimiento? ¿Cómo es posible que a un bebé por el hecho de nacer niña se le proporciona una alimentación más precaria que a un bebé nacido niño?

Esto pasa en Etiopía donde siempre se dice que la vida para la mujer consiste en un mero ejercicio de supervivencia.

Me dirijo a un país donde cada día mueren 350 personas infectadas por el sida y casi más de 370 lo contraen. Etiopía además se encuentra en el puesto 169 de 177 en el Índice de Desarrollo Humano según la ONU.

Más de tres cuartas partes de las púberes son sometidas a la mutilación genital, una práctica ancestral muy arraigada en 28 países africanos. Las lesiones pueden causar la muerte, dolor crónico, infecciones, desorden post-traumático, complicaciones en el parto. Además de lo que persiguen: restringir el deseo sexual de la mujer.

El Gobierno etíope ha prohibido la ablación y la castiga con hasta diez años de cárcel. Pero esta prohibición no es efectiva en las zonas rurales.

Ahora pienso en aquellas niñas transformadas en mujeres casi sin darse cuenta, sufriendo de fístula obstétrica, padeciendo la exclusión social por un estigma injusto, violento, cruel. La fístula es un orificio entre la vejiga de la orina y la vagina, y otro entre la vagina y el recto, por lo que estas mujeres no pueden controlar sus esfínteres y las heces y orina se resbalan continuamente por las piernas.

Es especialmente común en el África subsahariana, donde la población tiene dificultad en obtener atención sanitaria de calidad. La Organización mundial de la salud (OMS) estima que por lo menos 8.000 mujeres etíopes tienen nuevas fístulas cada año. Aunque alrededor de más de 25 millones las mujeres están afectadas en el continente africano, un mal que en Europa y América se erradicó en el siglo XIX.

Los etíopes consideran a sus mujeres como un mero objeto sexual: cuando las niñas crecen, las violan, las secuestran, las venden o las casan con viejos. Las violaciones las exponen al sida, como también la prostitución, muy extendida.
Una buena muestra de la juventud con la que las etíopes son casadas, violadas o se ven obligadas a prostituirse se encuentran en las calles de Addis Abeba, donde abordan a los turistas niñas con un bebé a cuestas y un magro pecho adolescente al aire para evidenciar que la criatura no es su hermano pequeño.
Es común que casen a las niñas a los trece o catorce años, aunque la edad mínima legal son los quince. Si se obliga a contraer matrimonio a una chica menor, sus progenitores o el marido se ven expuestos a penas de cárcel. Pero una vez más, la cruda realidad desborda los cauces que marca la ley.
En las comunidades tradicionales, las mujeres están sometidas a sus maridos, quienes toman todas las decisiones. Su acceso a la tierra y la participación en las organizaciones y reuniones de la comunidad también dependen del cabeza de familia masculino.

*Niña de la tribu Surma. Fotografía de Isabel Muñoz.
Según un estudio de UNICEF, la mujer que vive en el campo trabaja una media de entre 15 y 18 horas diarias, y es responsable de más de la mitad de la producción agrícola de subsistencia.

Se espera de ellas que hagan todo el trabajo que rechazan los hombres, quienes en el campo se limitan a las tareas agrícolas, con la ayuda, eso sí, de sus esposas, madres e hijas.
Las mujeres recorren largas distancias a pie para recoger agua y leña, llevar los productos al mercado o el grano a moler, incluso cuando están embarazadas. Esos interminables recorridos las exponen aún más al riesgo de ser violadas o secuestradas. Recaen sobre ellas las tareas domésticas y el cuidado de los pequeños, los ancianos y los enfermos.

Ante esto, poco o casi nada se puede celebrar en el Día Internacional de la Mujer. Pelear con uñas y dientes para que estos Gobiernos y también los Gobiernos de occidente, que dan la espalda a todas estas mujeres invisibles, olvidadas, amordazadas puedan tener Derechos Humanas de una vez por todas.

Y cuando todas ellas puedan hablar y contarnos sus historias: afganas, etíopes, iraníes, congoleñas…entonces, podremos escribir la palabra igualdad.


jueves, marzo 05, 2009

Para no olvidar.

Dos recomendaciones. Estado crítico, denuncia de Médicos sin Fronteras recogiendo testimonios de víctimas de la guerra olvidada del Congo. Vals con Bashir, nominada al OSCAR 2009 a la mejor película extranjera y GLOBO DE ORO 2009.

Ambas demoledoras. Llegan al corazón, hasta el alma. Historias de guerras, ese fracaso del hombre como decía Kapuściński. Os dejo algunos de sus reflejos.



Cientos de miles de personas están huyendo, escapando de una guerra que asola el este de Congo, en las provincias de Kivu Norte y Kivu Sur. Están asustados. Muchos, enfermos o heridos. Otros han sido acosados o violados, o les han robado todo lo que tenían.

Desde hace más de una década, varios grupos armados y el ejército están combatiendo en los Kivus. La violencia ha hecho imposible que la población pueda tener una vida normal. La vida es más que dura en los Kivus: esta región se encuentra en estado crítico. Y las cosas no están mejorando. En esta región, cada destino está condicionado por la guerra. La historia de su lucha por sobrevivir necesita ser contada.


Una noche en un bar, un viejo amigo le dice al director Ari que tiene una pesadilla recurrente en la que le persiguen 26 perros. Cada noche, el mismo número de animales.

Los dos hombres llegan a la conclusión de que tiene que ver con una misión que realizaron para el ejército israelí durante la primera guerra con el Líbano a principios de los años ochenta. Ari se sorprende al darse cuenta de que no recuerda nada de ese periodo de su vida.
Intrigado, decide ver y hablar con viejos amigos y antiguos compañeros dispersados por el mundo entero. Necesita saber la verdad acerca de ese periodo y de sí mismo.
Ari escarba cada vez más y sus recuerdos empiezan a reaparecer mediante imágenes surrealistas…