El niño comenzó a caminar lentamente. Un paso detrás del otro, con exquisito cuidado. Sus pequeños y temblorosos pies avanzaban por encima de una paupérrima cuerda. Nada bajo su cuerpo, ni un mísero colchón. Mientras, un adulto, quizás su padre iba dando golpes al tambor.
Sus brazos mantenían el equilibro con un largo bastón, al compás de un viejo tambor. Un pequeño equilibrista, con sueños de llegar hasta el final de esa cuerda que separa la realidad de los anhelos infantiles, de la ausencia de educación con la más absoluta explotación que desde casi los cuatro años de edad muchos niños y niñas están siendo utilizados en diversas formas de conseguir dinero para los adultos.
Me encontraba en un rincón de Nepal, un país donde el 85% de la población es analfabeta y los menores trabajan para mafias que se dedican a obligarles a pedir dinero a los turistas, transportando pesadas cargas incompatibles con sus pequeños cuerpos o trabajando en fábricas de alfombras.
El pequeño equilibrista seguía bajo el ritmo del tambor. No quise ver su rostro, ni sus ojos. Pero alcancé a ver la cara del adulto que le acompañaba. No había nada en su mirada. Absolutamente nada, al igual que un pequeño grupo que observaba expectante el triste espectáculo.
Quizás sobre esto, y sobre mucha más explotación infantil fue la chispa que Victoria Subirana, más conocida con el nombre de Vicki Sherpa, decidió dedicar su vida para luchar incansablemente contra las desigualdades sociales de niños y niñas, marginados, discapacitados y mujeres de Nepal. Quizás por esto, nació la Fundación Vicki Sherpa Eduqual (en el año 1990) con el objetivo de escolarizar a los niños y niñas más pobres de Nepal con la realización de diferentes proyectos basados en la pedagogía como herramienta transformadora de la sociedad.
*Foto Vicky Sherpa.
De regreso a Madrid me impacta una tremenda noticia de la suerte de Vicki Sherpa: se encuentra en un hospital de Katmandú (Nepal) desde hace varios días tras recibir una paliza por parte de la policía del país. Ella teme por su vida después de denunciar un caso de presunta corrupción (robo de fondos destinados a ONG's).
La lucha por un mundo mejor a veces se cobra una factura con precio prescrito. El sonido del tambor sigue golpeando no sólo el día a día de niños y niñas que no conocen otra cosa que trabajar para subsistir, ellos y los adultos que les guían, sino también gente valiente que dedica su vida a tratar de mejorar las miserias de este mundo. ¡Mucho ánimo Vicki Sherpa!.
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Más: Documental Niños de Nepal: En Daleki School, la escuela fundada en Katmandú por la catalana Vicki Sherpa para los hijos de las familias sin recursos, los niños como Narbu o Sanjev sueñan con un futuro mejor. En la calle el niño Vicky pasa las horas con sus amigos buscando monedas con pasaporte para sobrevivir y soñar en el suelo frío del templo que les sirve de casa. Deependra sueña ser algún día como Toni, el hombre que los sacó de la calle y de la marihuana y lo llevó a vivir a una casa llena de princesas.
La permanente sonrisa de estos niños es lo único perenne en Nepal, donde por desgracia los sueños son tan frágiles.