Amanece, que no es poco.

Me imagino la escena desde el aire: cientos de personas vagan perdidos por un interminable camino blanco que separa la selva en dos. Como hormigas, en fila india. Miles de personas, caminan hacia un destino incierto. Sé que huyen de sus hogares, sus tierras, sus paisajes de infancia. Portando sus escasas y únicas pertenencias a la espalda.

Carreteras de tierra que soportan multitud de pisadas, niños, mujeres, hombres... Carreteras humanas, con rostros de una profunda mirada de resignación. Huyen no sólo de la violencia, sino de la codicia que genera esa violencia.
Amanece en la República Democrática del Congo, uno de los países más ricos en recursos naturales: oro, diamantes….y un mineral maldito: el coltán. Un oro negro que nace en las entrañas de África, extraído para el mundo rico, para vendérnoslo a nosotros.

Con él fabrican casi todos los teléfonos móviles, ordenadores o productos de alta tecnología. Las ventas de móviles se siguen disparando: según estimaciones de la industria los chinos compraron 100 millones de teléfonos el año pasado. Las suscripciones a la telefonía móvil a nivel mundial llegaron a 3.300 millones de clientes, es más: el último informe sobre la venta global de teléfonos móviles, marca un crecimiento de un 3,2 % en el tercer cuarto del año 2008, comparado con el mismo período del año anterior. Entonces la mitad de la población mundial dispone de un móvil, 26 años después del lanzamiento al mercado del primero. Esta es la condena del país: riquezas naturales sinónimo de desgracia ya sea humanitaria, ya sea ecológica.

Un mineral que condena a casi a 2.000 personas a abandonar sus hogares en Kibumba, para escapar de los combates entre el ejército y los rebeldes. Desde agosto 200.000 civiles han dejado sus casas por el avance de la guerrilla encabezada por el militar Laurent Nkunda.

Algunos datos: cinco millones de personas; más de 350 mujeres y niñas son violadas cada mes, hay casa 2 millones de desplazados y al menos, 7.000 niños y niñas combaten como soldados y 1.200.000 congoleños de la región de Kivo de Norte han sido desplazados a campos de refugiados.

Frías cifras, de nuevo con rostros bajo las estadísticas. Amanece que no es poco en el Congo. Un país que está padeciendo una guerra interminable, compleja y que su origen es responsabilidad de grandes empresas comerciales en la lucha por la extracción de los recursos del país y mercantilizarlos a nivel primer mundo.

Una guerra olvidada, que pasa desapercibida en la vorágine informativa y donde la ONU no sé exactamente que papel representa en este drama humanitario. *Foto Violencia y éxodo en RDC.

Cruz Roja habla de los refugiados congoleños, sumidos en una "profunda agonía". Una agonía carente de móviles de última generación porque ya es suficiente que se mantengan con vida, ellos mismos y sus hijos. Ya es suficiente que amanezca un día más.

Más:

Congo, la guerra invisible.

Guerra y Paz: El Congo, o la guerra en breves.

Amnistía Internacional: República Democrática del Congo: niños y niñas entre fuegos cruzados.