viernes, febrero 15, 2008

Ese maldito semáforo.

Siempre es lo mismo.
Ese maldito semáforo se pone en verde antes de que me de tiempo a cruzar el asfalto. ¿Cuánto tarda? ¿un minuto, medio minuto?.

La ciudad, esta enorme urbe de cacas de perro y escupitajos por las aceras no está hecha para endebles viejos como yo.
Esta jaula infame, desprovista de humanidad y repleta de barreras estandarizadas hacen de una aventura extrema que jubilados, discapacitados o simplemente personas que vayan caminando sin prisas, se convierta en una ardua labor atravesar la carretera a tiempo, sin que nos piten los coches impacientes por arrancar, sin que la prótesis de cadera te avise que la llevas hace un par de años y mucho ojito con desgastarla que como andes listo, otros cuatro meses de espera para recambiártela.
Ignominiosa ciudad de hormigón sin sentimientos donde nadie le importa a nadie.

El maldito semáforo se abre, riéndose en tu cara, de tu vejez, de tu incapacidad y de tu mísera existencia. Los jóvenes corren, aceleran el paso y cruzan sin problemas. Ya llegareis a viejos, ya.

Y os preguntareis dos veces antes si merece la pena salir por la ciudad. Por las frías e inhóspitas avenidas, mirando de reojo los enormes escaparates del museo del jamón. Haciéndose la boca agua y rascándote el bolsillo por si encuentras algún euro entre las costuras.

Pero sólo encuentras el consabido recuerdo de esa desgraciada pensión que hace obligarte rebuscar entre los contenedores del Carreforur exprés o ser un eventual turista de los mercadillos tradicionales de frutas, hortalizas, ropa de imitación y perfumes robados. Esperando para que recojan los camiones y alguien se apiade de ti y te de lechugas con alguna hoja podrida o manzanas llenas de golpes.

Comer de la basura se está convirtiendo en una práctica cada vez más habitual entre los jubilados españoles. Ese ahorro me supone llegar a final de mes con menos apreturas.
Cada día hay más competencia en los contenedores de las tiendas. Nos disputamos los filetes de ternera caducados entre inmigrantes recién estrenados en la tierra prometida de occidente.

Ni qué decir tiene que además nosotros, retirados del mundo laboral, adquirimos nuestros propios recursos de supervivencia. Decidme cómo por ejemplo ¿podría comer jamón serrano al menos, una vez cada tres meses?.
Tengo un amigo que conocí en El Retiro cierto día. Me sugirió contratarle para que por un módico precio me robara el jamón del bueno, nada de paletilla descolorida y lonchas finas como el papel. No. Él visitaría unos de los grandes centros comerciales donde la primavera y las navidades siempre se adelantan, y así jabugo afanado, pasaba a englobar mi humilde patrimonio de vez en cuando en el interior del precario y paupérrimo frigorífico.
Es una táctica habitual, nada ética, pero donde dos actores sacan algo en claro que nos permite llevar el día a día con algo en el estómago y al ladrón con unas monedas en la cartera, quizás para pagarse algún vicio, que se yo, ni me importa.

Dicen que dos millones de pensionistas españoles viven por debajo del umbral de la pobreza. Han tardado en publicarlo. Algunas veces he llegado a pensar que era una leyenda urbana, como esa que dicen que abandonan a los ancianos en las urgencias de los grandes hospitales en periodo estival mientras que los hijos se marchan a la playa dejando el teléfono del hotel en el bolsillo del pantalón. Al menos no nos dejan en las gasolineras como a los perros… ¿o si?
La supervivencia ya no física de barreras arquitectónicas sino la otra, la emocional está a la orden del día en personas ancianas. La sociedad, se encarga de tapar, esconder lo políticamente inestético de las ciudades. El mal trato institucional, burócrata, social, nos llegará a unos antes que a otros. La soledad va de la mano con el paso del tiempo y la indiferencia.

Y ese maldito semáforo cambiará a verde en segundos. Volverá a reírse en mi cara todos los santos días que cruce esta calle. Hasta que mi prótesis de cadera diga ¡hasta aquí hemos llegado, vejestorio!
.....
Un asilo para ancianos homosexuales será inaugurado esta semana en Berlín. Objetivo: evitar que los ancianos sean discriminados hacia el final de sus vidas.

14 comentarios:

Fran Invernoz dijo...

Es verdad, hay sem'aforos que parecen hechos para el pr'oximo Campe'on ol'impico de los 100 metros de los Juegos Olimpicos de China. Los jubilados, es una verg"uenza que cobren lo que cobran, con todo lo que se gasta en chrorradas, algunas veces.

Unknown dijo...

Gracias por ponerle voz a tanta gente olvidada. Este blog es una ventana a ese mundo que queda a la sombra en la vida cotidiana del ciudadano occidental capitalista. Creo que es tremendamente útil y necesario. Por eso, estoy tratando de difundirlo entre toda la gente que puedo.
Por suerte hay gente con talento, empatía e integridad como tú, que dedica su tiempo a gritar por toda la miseria y la injusticia que producimos.

Muchas Gracias de nuevo, y mucho ánimo.

Francisco O. Campillo dijo...

Un besito por vuestra sensibilidad

Anónimo dijo...

Como siempre demostrando la sensibilidad y el lado humano de las cosas, hay semáforos y personas que se enciende en rojo y no dejan pasar ni ven que todos estamos expuestos a vivir situaciones como las que cuentas en este post,
Por desgracia esta historia se repite con mucha (demasiada) frecuencia, como la del maltrato institucional por parte de las administraciones (otro semáforo en rojo).
Besos, sigue así.

Anónimo dijo...

Muy interesante lo que nos traes .Y con mucha verdad. Menos mal que cuanto mas ancianos nos hacemos menos necesidades tenemos. Yo estoy muy cerca yá de engrosar la lista de los pensionistas. Soy afortunada porque he podido prepararme para esa ituación , pero se de buena tinta esas cifras que apuntas de personas que apenas tienen para comer con su mísera pensión. solo las personas que hayan trabajado y cotizado mas de 35 años y ademas que su base sea alta , conseguirna tener una pension un poco digna..pero no tanto.Porque haciendo cuentas resulta que para recuperar todo lo pagado deberian de vivir hasta mas de 100 años. Ese tambien es un curioso dato que no se cuenta, por lo que habria que preguntar, ¿dónde va ese dinero?

Y luego viene lo de las residecias , las privadas , intocables para muchos ancianos , aunque les ayuden a pagar Hijos o familiares.. .Las estatales .. se quedan con e 75 % de la pension .. y a veces con los bienes de los ancianos. pero.. ¿hay plazas? ¿donde?.

Me sumo a ti ...en esa denuncia que haces .. de tantas barreras fisicas y emocionales para las personas que para muchos ya no valen.

Un abrazo ..

Anónimo dijo...

Bravo.... ¿Qué mas puedo decir?

JLuis dijo...

Una joya de entrada... de verdad.

Tiene la tensión que tantas veces he visto en la mirada de esas personas mayores que no quieren asumir que se les aparque.

Un abrazo.

Desesperada dijo...

sí, estas cosas deberían leerse en los colegios. porque en este mundo feliz que pretenden que creamos que es el nuestro tiene agujeros negros como este.

Unknown dijo...

Alicia querida, un testimonio estremecedor pero tremendamente real y muestra de la situación desesperada de tanta gente que tiene que vivir en condiciones muy precarias... Gracias por ser tan generosa y noble y hablar por los que no pueden hacerlo. Un beso enorme, preciosa,
V.

Alex dijo...

Una entrada buenisima, que ojala leyeran muchos jovenes...
un abrazo Alicia

Redeyes dijo...

Esa ciudad que tan bien relatas es más real que la que muchos de nosotros vemos cada día. Tú aportas una mirada limpia, indignada, solidaria. Otro mundo es posible y ese mundo estaría habitado por personas sensibles y comprometidas, como tú. Gracias Alicia, leerte me hace sentir más humano, mejor.

banderas dijo...

Yo fui consciente por primera vez del detalle del maldito semáforo cuando fui a Londres. En España aún duran un poquito (bueno, hay ciudades en que más y otras en que menos) pero allí incluso a mi, con 35 años, me costaba cruzar a tiempo y me imaginé a los pobres ancianos intentándolo... tu reflexión va mucho más allá, pero la metáfora es más que elocuente. Os sigo con cariño.

Bicos ;-)

Alicia Mora dijo...

Gracias a todas y todos por vuestras palabras.
Banderas! ese maldito semáforo lo veo todas las mañanas cuando voy a trabajar. Y puedo asegurar, que hay que correr un poco antes de q termine.
Calle O´Donnel, Madrid.
Abrazos

Anónimo dijo...

Qué duro.

No hemos aprendido nada en todos los siglos de historia. Tratamos a los ancianos como desechos porque ... ¿es porque no son productivos para el sistema?

En fin, mejor me callo, porque me estoy empezando a poner de mala leche...

Abrazos, Lápices. Y gracias por tu afilada punta, que nos pincha para que nuestra conciencia se despierte de ese letargo al que la tenemos acostumbrada.